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Tecnología extraterrestre en poder de EEUU

Militares y científicos revelan la mayor conspiración de la historia. Son infinidad los testigos del accidente de una nave extraterrestre en Rosswell en 1947, quienes hablaron sobre las "propiedades mágicas de los restos". Décadas después, altos cargos militares y científicos, confesaron que muchos de los desarrollos tecnológicos de los últimos tiempos se obtuvieron gracias al estudio y posterior duplicación de dicho material alienígena. El transistor, el microchip, el láser y la fibra óptica...




Multitud de investigadores están convencidos de que el Gobierno estadounidense recuperó en secreto una nave extraterrestre siniestrada en el desierto de Nuevo México en 1947, y que el estudio de sus restos ha podido originar grandes y sorprendentes descubrimientos científicos.

Desde hace décadas, exmilitares, científicos y ufólogos han señalado que los servicios secretos y algunas empresas privadas de EE UU han desarrollado en la clandestinidad multitud de avances científicos a raíz del análisis de los restos del OVNI estrellado en Roswell (Nuevo México, EE UU). Sin embargo, aunque algunos de estos logros han trascendido a la opinión pública, otros –por su importancia– siguen ocultos de miradas indiscretas.

En el presente reportaje desvelamos las claves de esta conspiración científica, ofreciendo en exclusiva el sorprendente testimonio del famoso mentalista Uri Geller, que en la década de los setenta participó en unos desconcertantes experimentos en una base militar, aparentemente empleando tecnología alienígena… La mayoría de los testigos del incidente de Roswell aseguran que los restos metálicos encontrados en el desierto presentaban unas extrañas propiedades, nada comunes para el metal ordinario.

Nitinol: Materíal Alienígena

Bill McBrazel, hijo del ranchero William, quien descubrió los materiales dispersados por el Rancho Foster, habló en una ocasión del sorprendente hallazgo de su padre del siguiente modo:
Se trataba de algo parecido al papel de estaño, sólo que no se rompía. Uno podía arrugarlo y doblarlo e inmediatamente recuperaba su forma original. Era flexible, pero no lográbamos plegarlo como el metal común. Parecía un plástico, pero definitivamente era metálico. Mi padre contó una vez que los militares le revelaron que no había sido fabricado por nosotros. Destacaba también un material filiforme: parecía seda, aunque no lo era, sino un material muy fuerte, sin hebras o fibras como tendría la seda. Semejaba más un alambre, una sustancia de una sola pieza



Curiosamente, según recoge un documento oficial desclasificado en 2009, desde la Base Wright-Patterson, lugar al que fueron enviados los restos hallados en Roswell, se habría encargado al Battella Memorial Institute –una institución privada dedicada al estudio científico de la tecnología– investigar y desarrollar materiales con «memoria de forma». En esos expedientes se recogen las primeras tentativas para la creación de nuevas y avanzadas aleaciones de titanio, realizadas, sospechosamente, a partir de 1949, dos años después del estrellamiento del OVNI en Roswell. Los implicados en este estudio fueron C. M. Craighead, F. Fawn y L. W. Eastwood, científicos que habrían intentado duplicar los materiales hallados en el desierto de Nuevo México, según argumentan ciertos ufólogos.

Nitinol Foil - Producto comercializado en la actualidad


Fruto de dichas investigaciones surgiría el nitinol, una aleación capaz de cambiar de forma con gran facilidad. Oficialmente, el nitinol fue desarrollado en 1961 en el Laboratorio de Artillería Naval (NOL por sus siglas en inglés), gracias a un equipo dirigido por William Beuhler, utilizando una aleación de níquel con titanio. El nombre de nitinol surge de la combinación de las palabras níquel, titanio y NOL Estos descubrimientos también están relacionados con unos desconcertantes experimentos que tuvieron lugar en el seno de la Armada y cuyo objetivo era el control de la mente sobre la materia.

Ovnis Piloteados con la Mente

Los militares implicados en el proyecto «ficharon» al psíquico Uri Geller, al que trasladaron a unas instalaciones de la Oficina de Investigación Naval (ONR por sus siglas en inglés). Pretendían averiguar cómo se comportaba el nitinol bajo la «influencia psíquica» de Geller. En dicho estudio participaron científicos de la talla de Fred Wang y Howard Cross.

El investigador Jean-Louis Petit, en un artículo titulado ¿Es preciso creer todavía en Uri Geller?, relata el insólito episodio vivido por el conocido mentalista en dichas dependencias militares: «Dentro de un laboratorio del Ejército estadounidense, Uri Geller trataba de 'vencer' un metal raro, escogido por su extrema dureza y su memoria de forma, es decir, su capacidad para recobrar el aspecto inicial. Eldon Byrd, físico del Departamento de Armas Navales de Superficie, relata en estos términos la acción de Uri Geller sobre el nitinol: 'La resistencia del bloque (9 mm por 25) había sido controlada antes en laboratorio, y los alambres examinados para comprobar que, una vez sumergidos en agua hirviendo o calentados con un fósforo, retomaban su forma anterior. Geller me pidió sostener el alambre. Lo hice fuertemente con el pulgar y el índice de cada mano. Geller puso su pulgar y su índice sobre el alambre y empezó a frotarlo suavemente. Después de haberlo hecho durante unos veinte segundos, Geller me dijo que sentía una joroba formándose bajo sus dedos. Se comprobó esta deformación y se reanudaron las pruebas. Pedí a un asistente que me trajera agua hirviendo…

…Este hilo había sido fabricado con objeto de que guardara la forma recta, así que el hecho de sumergirlo en el agua hirviendo debería haberlo hecho volver rápidamente a su forma original. Pero cuando lo introduje en el agua, el hilo, en lugar de regresar a su aspecto inicial, comenzó a formar un ángulo aproximadamente recto. Encendí un fósforo y lo puse debajo del alambre, pero éste no se enderezó. Uri dejó el laboratorio y no tuvo más contacto con ese alambre de nitinol. En cambio, éste fue sometido a toda una serie de exámenes que concluyeron que su densidad y composición cristalográfica eran normales. Ninguna de las tentativas destinadas a que volviera a su forma inicial tuvieron éxito. Finalmente, el nitinol resistió todos los ácidos destinados a ablandarlo…». Según ciertos investigadores, los militares estaban fascinados por la posibilidad de que los tripulantes del OVNI de Roswell pudieran controlar con sus mentes algunos dispositivos de la aeronave.

Años más tarde, el comandante George Hoover confirmó que la Armada de EE UU había intentado desarrollar avances tecnológicos utilizando el material conseguido en Roswell. También reveló que se llevaron a cabo una serie de experimentos psíquicos –como en el que participó Geller– y que en los mismos colaboró el Dr. Fred Wang, uno de los creadores del nitinol según la versión oficial. Otro de los implicados en dichos ensayos, el Dr. Howard Cross, participó en la década de los 50 en estudios gubernamentales sobre OVNIs.

Un Militar revela la Verdad

Pero existen más indicios. En una entrevista concedida en 1990, el general Arthur Exon, que estuvo destinado en 1960 en la base de Wright-Patterson, confirmó la existencia de los informes confidenciales sobre el metal de Roswell

general Brigadier Arthur Exon


Exon relató que estaba al tanto de algunos detalles sobre la composición de los restos del accidente y la variedad de pruebas que se realizaron sobre los mismos, que dieron como resultado el nitinol. Por si no fuese suficiente, Elroy John Center, que también participó en el desarrollo del nitinol y cuyo nombre aparece en el citado documento desclasificado, aseguró en 1992 que en la década de los sesenta había trabajado con los restos del OVNI estrellado en Roswell.

Pero hay más. El comandante Knox Millsaps, que estuvo destinado en Wright-Patterson, recuerda una extraña conversación que mantuvo con el coronel Sidney Johnston, un afamado piloto de pruebas de la USAF, cuando ambos se encontraban en la Base Aérea de Holloman, en Nuevo México (EE UU).
Al parecer, Johnston le dijo que, a finales de los años 50, un ranchero había encontrado una extraña pieza metálica en el desierto, llevándola a la Base de Alamogordo. El militar la examinó, comprobando que se trataba de un curioso fragmento de aproximadamente un pie cuadrado de grande y 3/16 de pulgadas de grosor de un metal parecido al aluminio. Según Johnston: «Su borde no cortaba, tenía un aspecto áspero, pero recto (…) Cuanto más apretaba, más se podía sentir la dureza. Era flexible, pero no pudimos romperlo o arañarlo de ninguna manera (…) Le aplicamos la llama de un encendedor e inmediatamente tuvo la misma temperatura por todas partes

Cuando Millsaps le preguntó sobre el origen de aquel material, Johnston dijo: «Pregunta a la gente de Roswell», añadiendo que se estaba estudiando en Wright-Patterson. Curiosamente, tiempo después, el Dr. Millsaps estuvo implicado en el desarrollo del nitinol. Conociendo los antecedentes de dicha aleación, nos preguntamos: ¿Por qué los militares eligieron este material para realizar las pruebas de influencia psíquica? ¿Qué escondían estos experimentos? Y lo más importante: ¿Sabía Uri Geller que aquellos materiales procedían del OVNI estrellado en Roswell? Inexplicablemente, hasta la fecha los investigadores no habían mostrado interés por la participación del psíquico israelí en estos experimentos con nitinol. Sin embargo, para el presente reportaje AÑO/CERO se puso en contacto con el famoso mentalista, a fin de conocer qué ocurrió realmente en las instalaciones militares de la Oficina de Investigación Naval… La sorprendente verdad sale a la luz 41 años después.

Proyectos Ultrasecretos

Después de cuatro décadas de silencio, en rigurosa exclusiva Geller repasó ante nuestra grabadora los extraños acontecimientos protagonizados por él en aquel lejano mes de octubre del año 1973.

Con 67 años en la actualidad, el psíquico obtuvo una gran fama en España gracias a su participación en 1975 en el programa Directísimo, presentado por José María Íñigo. Ante la mirada atónita de millones de telespectadores, el israelí fue capaz de doblar cucharas y arreglar relojes sólo empleando sus «facultades mentales».

Ahora, con la perspectiva que da el paso del tiempo, Geller comenzó a recordar su estancia en las instalaciones de la Marina en Maryland. Allí, junto al Dr. Byrd y dos científicos más, realizó todo tipo de pruebas para evaluar su potencial psíquico. Cuando le preguntamos tecnolócon el nitinol, su respuesta fue serena, contundente y, sobre todo, sorprendente.

Según Geller, el Dr. Byrd le dijo que aquel material con el que iban a realizar el ensayo era «alguna clase de tecnología extraterrestre». El israelí mostró su escepticismo ante tal declaración y el Dr. Byrd volvió a mostrarse tajante al respecto: «Esta tecnología fue encontrada en una nave espacial», aseguró. Es más, en una ocasión el científico le preguntó si consideraba posible que una aeronave pudiera ser pilotada con la mente… Por otro lado, el mentalista siempre sospechó que, de algún modo, la CIA estaba detrás de los experimentos en los que participó.

Según el coronel Philip Corso, autor del libro The day after Roswell (El día después de Roswell), el vehículo espacial recuperado por los militares en el desierto de Nuevo México intrigó a los especialistas del Gobierno, ya que no hallaron ningún mecanismo para su puesta en marcha y manejo, de modo que desconocían cómo podía pilotarse. Corso asegura en su trabajo que los científicos del Ejército concluyeron que el artefacto era controlado por las mentes de los ocupantes.

Portada del libro del coronel Phillip J. Corso. | theblackvault


Por tanto, la pregunta que el Dr. Byrd le planteó a Geller no era tan descabellada. Éste me confirmó que durante su estancia en las instalaciones de la Marina, la única referencia al término «extraterrestre » fue para referirse al origen del nitinol. También quiso aclarar que simplemente participó en uno de los múltiples proyectos y experimentos que se estaban desarrollando en las instalaciones de la Marina, todos ellos con objeto de estudiar hasta qué punto llega la influencia mental sobre distintos objetos y materiales.

Antigravedad, Chips, Tecnología Digital

El testimonio de Geller coincide con los múltiples rumores que señalan que el nitinol y otros materiales en posesión del Gobierno estadounidense son fruto de la tecnología extraterrestre recuperada en Roswell. No debemos olvidar que el hijo del comandante George Hoover, quien estuvo al frente durante muchos años de la Oficina de Investigación Naval, aseguró públicamente que en cierta ocasión su padre le contó que la Marina había investigado los restos del OVNI estrellado en Roswell para intentar duplicar su tecnología. También le reveló que dicha Oficina estaba muy interesada en «los asuntos de la mente».

En 1997, el coronel Philip J. Corso publicó un polémico libro, The Day After Roswell, en el que reconocía que el estudio de los restos de la nave extraterrestre estrellada en Roswell constituyó la clave para el desarrollo de tecnologías como el láser, la fibra óptica, los circuitos integrados o los aparatos de visión nocturna. Corso habría accedido a los archivos secretos del incidente de Roswell cuando estuvo destinado en el Pentágono.

En las páginas de su obra, el militar confiesa que el 6 de julio de 1947, en Fort Riley, observó los cuerpos de varios alienígenas dentro de embalajes de transporte, y que ese mismo año el Gobierno puso en marcha un grupo secreto al mando del primer director de la CIA, Roscoe H. Hillenkoetter, con la misión de estudiar todo lo relacionado con el fenómeno OVNI.

El militar –que falleció un año después de la publicación de su libro– señalaba que gracias a la nave extraterrestre recuperada por el Ejército en Roswell, ingenieros militares habían sido capaces de crear la fibra óptica, los circuitos integrados de silicio (chips), los compuestos cerámicos, las súper aleaciones por pulvometalurgia, la tecnología digital, la lógica difusa, los sistemas antigravedad, etc.

Según Corso, el Gobierno habría firmado acuerdos de colaboración con algunas empresas privadas para desarrollar conjuntamente dicha tecnología alienígena. El coronel escribió que las elegidas fueron AT&T, Bell, IBM, Sarnoff o RCA, entre otras.
Todo aquel material se destinó a la industria, y de ahí la gran explosión tecnológica de los años sesenta –reveló Corso–. Fíjense en las fibras ópticas. La primera vez que vi fibras ópticas ni siquiera sabía qué eran. Ahora, la mayoría de las comunicaciones se basan en este material.

Sobre cómo eran introducidos estos materiales en la sociedad sin llamar la atención, el militar expuso lo siguiente: «La tecnología se trasladó a los laboratorios que ya estaban trabajando con ideas similares. Sólo exigíamos una cosa: que desde el primer momento no figurara nada en los archivos que pudiera indicar cómo habíamos obtenido la tecnología. Al principio no sabíamos qué eran aquellos materiales, pero conocíamos su extraordinaria importancia. Las empresas recibieron el capital necesario para investigar los artefactos sin saber cómo y dónde los habíamos encontrado. Se quedaron con las patentes y tuvieron que devolvernos los descubrimientos. Además, se llevaron los méritos».

Avistamiento del TR-3B


Según Corso, el general Nathan Twining, jefe del Estado Mayor de la Fuerza Aérea, se reunió con un grupo de militares en la Base de Alamogordo a los pocos días de producirse el accidente de Roswell. Allí, tras observar el valioso material recuperado en el desierto de Nuevo México, ordenó que se pusiera en manos de ingenieros y contratistas de Defensa, para averiguar las aplicaciones tecnológicas que podrían obtenerse del mismo.

En 1957, Charles Hard Townes y Arthur Leonard Schawlow, de los Laboratorios Bell, desarrollaron un exhaustivo estudio sobre el láser infrarrojo. Algunos años después, Townes se convirtió en uno de los pioneros en la búsqueda científica de inteligencias extraterrestres. La vinculación de Townes con el Ejército se remonta a la II Guerra Mundial (1939-1945), cuando participó en la creación de sistemas de radares y de dirección de bombardeos por ondas.

Un brutal Asesinato

En 1997, el mismo año de la publicación del libro de Corso, Jack A. Shulman, presidente de la American Computer Company, declaró que el estudio de los restos de una extraña nave estrellada en Roswell fue la causa del descubrimiento del transistor, realizado por los doctores Shockley, Bardeen y Brattain en los Laboratorios Bell, tan solo cinco meses después del incidente de Nuevo México. Shulman habría obtenido la información de un antiguo jefe del departamento legal de la compañía AT&T, amigo personal de Jack Morton, vicepresidente de Laboratorios Bell en la época del descubrimiento y que se llevó el secreto a la tumba.

La irrupción del transistor constituyó una auténtica revolución tecnológica en su día, ya que suponía algo radicalmente diferente a lo que se estaba haciendo hasta ese momento. Antes de 1947 sólo se utilizaban válvulas de vacío y los diodos de germanio y selenio, dos elementos que se encuentran en la naturaleza. Pero el transistor supuso la aparición de los semiconductores construidos con materiales creados artificialmente a base silicio, trazas de arsénico y otros elementos. A partir de entonces, comenzó una nueva era tecnológica donde todos los tecnología ET. dispositivos electrónicos utilizaban transistores.

2N560 Silicon Diffused Transistor (1958) - Bell Laboratories

Por si no bastase, Jack Morton murió abrasado en el interior de su propio automóvil, después de que unos individuos le hubiesen dejado inconsciente y rociado con gasolina. Los documentos que Shulman aseguraba haber leído databan de finales de los años 40, y los mismos contenían indicaciones para la construcción de un motor antigravitatorio. Posteriormente, la compañía dirigida por Shulman se vio envuelta en una extraña polémica


El 31 de octubre de 1997, un portavoz de la American Computer Company afirmó que a finales de julio o principios de agosto, «recibimos en nuestras oficinas una serie de extraños documentos militares enviados anónimamente. Estos expedientes contenían información trascendental sobre el sistema militar de satélites de comunicaciones». El portavoz aseguró que la aparición de tales informes formaba parte de un plan «con el fin de proporcionar pruebas falsas que sirviesen para acusar de espionaje a la compañía».

Reactor de Antimateria



Uno de los científicos que habló abiertamente de la posibilidad de que el Gobierno estadounidense estuviese en posesión de tecnología extraterrestre fue el controvertido físico Robert Lazar, quien habría trabajado en las instalaciones del Área 51, en un departamento que se dedicaba a la ingeniería inversa, es decir, «a conseguir información o un diseño funcional a partir de un material, con el fin de determinar de qué está hecho, qué lo hace funcionar, cómo fue fabricado o qué aplicaciones se pueden obtener del mismo», señalaba Lazar.

Pero, ¿qué es el Área 51? Se trata de una base militar que comenzó a construirse en el año 1955 y que posee una extensión de unos 10.000 km2, colindando al norte con las Vegas y al sur con Groom Lake. Según informaciones obtenidas de varias fuentes, la base se compondría de 42 niveles de imponentes subterráneos. Lo único que ha trascendido a los medios de comunicación son las extremas medidas de seguridad existentes en la zona, que la convierten, con diferencia, en la base militar más segura y protegida de nuestro planeta.

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– ¿Exactamente, que está sucediendo allí? –preguntaba el periodista George Knapp a Bob Lazar en 1989, en una entrevista televisada que dio la vuelta al mundo.

– Bueno, allí hay varios platillos volantes. Actualmente son nueve y de origen extraterrestre. Están siendo desmantelados y algunos se encuentran en varios estados de despiece. Se les hacen pruebas de vuelo y están siendo analizados. Alguno permanece intacto al cien por cien y funciona perfectamente. Los otros se los han llevado a otro lugar. He estado relacionado principalmente con trabajos sobre su propulsión y fuentes de energía.

– ¿Cómo han llegado estas naves a manos del Gobierno?

– No tengo la menor idea. Debe entender que la información está muy compartimentada y a mí sólo se me permitió acceder a aquélla que tenía que ver con mi trabajo.

Lazar explica a continuación que la seguridad de la base era asfixiante, y que solo podía moverse por el interior de la misma en compañía de escoltas y exclusivamente por las zonas en las que estaba debidamente acreditado. Bob Lazar se hallaba destinado en el Sector 4 (S-4), un gigantesco complejo subterráneo ubicado bajo el Lago Papoose, considerado como el lugar más inexpugnable y reservado de la instalación. Supuestamente, en aquellas dependencias se encuentran las naves extraterrestres y algunos de sus ocupantes. Según Lazar, el sistema de propulsión de las naves alienígenas está basado en la gravedad, y su fuente de energía es «un reactor de antimateria».

El enigma del Elemento 115



Dentro del campo de pruebas de Nellis, Lazar habría observado el vuelo de uno de los artilugios en los que trabajaba:
Se levantó del suelo y, cuando alcanzó unos ocho metros de altura, se volvió completamente silencioso. Se movió a la izquierda, luego a la derecha y volvió nuevamente al suelo. Era algo desconcertante, como si todo sucediera por arte de magia.

Respecto al material o sustancia empleado como combustible por estas naves, el joven físico reveló que se trataba de un elemento que en la tabla periódica sería el 115: el Ununpentium (nombre temporal dado al elemento químico), de color naranja, extremadamente pesado y desconocido en nuestro planeta. En este sentido, el escritor y experto en la saga de aviones Stealth, Jim Goodall, aseguró que un militar retirado, con más de 30 años de carrera, buena parte de los mismos dedicados a proyectos de alto secreto, le comentó en una ocasión lo siguiente: «Tenemos cosas en el desierto de Nevada que incluso serían la envidia de George Lucas (director de la saga de La Guerra de las Galaxias)».

Sin duda, son cada vez más los altos cargos del Gobierno y del Ejército, científicos, ejecutivos de grandes empresas y astronautas que están comenzando a hablar, desvelando el que puede ser el mayor secreto de todos los tiempos. Uno de estos personajes es el exastronauta Edgar E. Mitchell, el sexto ser humano en pisar la superficie lunar, quien aseguró:

Sí, han existido visitas extraterrestre. Estas naves se han estrellado y se han recuperado materiales y cuerpos. Ha existido un cierto grado de ingeniería inversa que ha permitido que algunas de estas naves, o algunos de sus componentes, hayan sido duplicados. Y existe un grupo de personas que puede estar o no relacionado con el Gobierno, el cual posee esta información. Ellos están tratando de ocultar este conocimiento. El asunto ha sido objeto de operaciones de desinformación para desviar la atención y crear confusión, evitando así que la verdad salga definitivamente a luz.


Fuente: espaciomisterio

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