Alto cargo militar aseguró que mucho de lo que usamos viene del espacio Según el polémico libro, toda la revolución tecnológica que hemos experimentado en los últimos 70 años proviene de la caída de un OVNI.
Para la gran mayoría de las personas, nuestro actual sistema de vida, basado en avances tecnológicos, es fruto del incansable trabajo creativo humano que, año tras año, sorprende al mundo con nuevas invenciones que facilitan las tareas que realizamos a diario. Sin embargo, hay quienes piensan que una parte considerable de las invenciones que utilizamos no son obra y gracia de los científicos, sino que provendrían del espacio exterior.
Esta idea, que para muchos podría sonar “extravagante”, se origina a partir de los relatos de algunos testigos que presenciaron la presunta caída de una nave espacial en la localidad estadounidense de Roswell (Nuevo México, Estados Unidos) en el año 1947. En esa oportunidad, dichas personas afirmaron, a la prensa local, que divisaron los restos de un OVNI estrellado, los cuales tenían ciertas "propiedades mágicas".
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Si bien los militares rápidamente negaron el famoso incidente (convirtiéndose este supuesto episodio en una popular leyenda moderna), con el pasar de las décadas, altos cargos militares y científicos se atrevieron a confesar que muchos desarrollos tecnológicos de los últimos tiempos provinieron del estudio y posterior duplicación del material encontrado en Roswell.
Inicio de la "revelación"
En 1997, el coronel Philip J. Corso publicó un polémico libro llamado “The Day After Roswell” (“El Día Después de Roswell”), en el que asegura que el estudio de los restos de la nave alienígena que cayó es ese sitio el 6 de julio de 1947, fue fundamental para originar el desarrollo de tecnologías como la fibra óptica, el láser, aparatos de visión nocturna, el microchip y los transistores (dispositivos electrónicos semiconductores presentes en artefactos como radios, televisores, computadores y teléfonos celulares, entre otros).Corso aseguró que todo lo que escribió en su libro se basó en su propia experiencia (habría estado presente cuando retiraron los cuerpos de los alienígenas desde la nave siniestrada) y también porque, cuando trabajó en el Pentágono, supuestamente tuvo acceso a los archivos secretos del denominado “Incidente Roswell”.
Ingeniería inversa
En dichos documentos, según él, se constata que a los pocos días de la supuesta caída del OVNI el general Nathan Twinning, jefe del Estado Mayor de la Fuerza Aérea, se reunió con un grupo de militares en la Base de Alamogordo. En esa oportunidad, Twinning les habría pedido a sus dirigidos que todo el material encontrado en Roswell se pusiera en manos de ingenieros y contratistas de Defensa para averiguar si podrían obtenerse aplicaciones tecnológicas a partir del mismo, proceso al cual se le llama “ingeniería inversa”.De acuerdo al increíble relato de Corso, las empresas privadas que firmaron contratos con el Gobierno para llevar a cabo esta particular misión fueron Bell, IBM, AT&T, RCA y Sarnoff, entre otras.
Para no llamar la atención, el general Twinning les pidió a tales compañías que no figurara nada en sus archivos que pudiese indicar cómo se obtuvo la tecnología y, una vez que terminaran de estudiar el material procedente de la supuesta nave extraterrestre, debían devolverlo al Pentágono. A cambio, esas empresas se quedarían con las patentes y, por consiguiente, con “los méritos”.
Conspiraciones
En el mismo año de la publicación del libro de Phillip Corso, Jack A. Shulman, presidente de la American Computer Company, sostuvo que el descubrimiento del transistor, desarrollado por doctores de los Laboratorios Bell en diciembre de 1947, se basó en el estudio realizado a los restos de una extraña nave caída en Roswell unos 5 meses antes. Shulman habría obtenido tal información de parte de un antiguo jefe del departamento legal de la compañía AT&T, quien era amigo personal de Jack Morton, vicepresidente de Laboratorios Bell en la época del descubrimiento.Curiosamente, Jack Morton murió quemado en el interior de su propio vehículo después de que unos hombres lo dejaron inconsciente y lo rociaron con gasolina.
Shulman decía que los documentos a los cuales tuvo acceso contenían indicaciones sobre cómo construir un motor antigravitatorio. Posteriormente, la empresa de Shulman se vio envuelta en una polémica.
El 31 de octubre de 1997, un vocero de la American Computer Company afirmó que finales de julio o principios de agosto “recibimos en nuestras oficinas una serie de extraños documentos militares enviados anónimamente. Estos expedientes contenían información trascendental sobre el sistema militar de satélites de comunicaciones”. El vocero expresó que el surgimiento de tales informes era una maniobra para “proporcionar falsas pruebas que sirviesen para acusar a la compañía de espionaje”.
Fuente:
guioteca
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